martes, 26 de octubre de 2010

En Corea el G-20 evidencia su inoperancia



La globalización financiera, la banca global, ha recuperado su pujanza tras el casi colapso de 2008, pero su correlato político, el G-20, ha perdido fuelle. La prueba la hemos tenido el pasado 22 y 23 de octubre en la reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores del bancos centrales del G- 20 en Geongyu, Corea, que nos ha dejado la imagen adjunta donde cada uno (Geitner, Lagarde, Trichet, etc.) mira en distinta dirección. La atención se centra en la prioridad de cada gobernante y de cada país sobre la secuela de graves problemas económicos por países y regiones que ha traído la crisis de los mercados financieros globales.

El comunicado oficial de esta reunión lo reconoce así:

La recuperación de la economía global continúa avanzando, pero de modo desigual y frágil. El crecimiento ha sido fuerte en muchas economías emergentes, pero el ritmo de actividad sigue siendo modesto en muchas economías avanzadas. Los riesgos de recaídas permanecen y son diferentes de un país a otro y de una región a otra”

Y las recetas de los gobiernos del G-20 siguen siendo las de siempre:

Proseguir las reformas estructurales para acrecentar y mantener la demanda global, promover la creación de empleos e incrementar el potencial de crecimiento.”

“En los países avanzados, formular y ejecutar planes de consolidación fiscal (léase recortes fiscales y sociales) claros, creíbles, ambiciosos y favorables al crecimiento a medio plazo, en línea con los compromisos de la cumbre de Toronto, diferenciados según las circunstancias nacionales”


Y ¿qué fue de aquellos compromisos políticos de transparencia, de regulación y supervisión financieras?

En el largo comunicado de esta reunión preparatoria de la cumbre de Noviembre en Corea, solo aparecen unas cuantas líneas retóricas como estas:

Mantener “los compromisos para aplicar todos los aspectos de la agenda de regulación financiera del G-20, de modo internacionalmente congruente y no discriminatorio, incluyendo los compromisos sobre los derivados extrabursátiles, las practicas remuneratorias (los famosos bonus de los operadores bancarios), las normas contables y los principios del FSB para reducir la confianza en las agencias de calificación crediticia”

“proseguir nuestra labor decisivamente para abordar las jurisdicciones no-cooperantes”
(“jurisdicciones no cooperantes” es la denominación que sustituyó a la de ”paraísos fiscales” para la OCDE y que eran ya solamente 7 al 19 octubre 2010, que son los que no han suscrito 12 convenios de intercambio fiscal a petición de parte, como hemos explicado en este blog)


Esta claro que los gobiernos del G-20 han decidido prescindir de las mediáticas cortinas de humo (paraísos fiscales, bonus, tasa Tobin, etc.) para esconder la falta de reformas del sistema. Y la próxima cumbre en noviembre del G-20 en Corea se anuncia mucho menos deslumbrante que las anteriores.

Analistas internacionales barruntan la deriva hacia la irrelevancia como “primer foro mundial de cooperación”, donde estaba este club desde su creación en 1999 y hasta su resurrección en 2008. Relevantes funcionarios del gobierno indio ha reconocido que este foro está en graves dificultades. Y a la referida reunión no ha asistido el ministro de Brasil y otros han enviado a los segundos, cuando al principio todos los países querían estar presentes.

Es evidente la fuerte tendencia de los países a resolver sus problemas económicos mediante políticas de interés nacional. El primero, los EEUU que con su política de aumento de dólares en circulación inunda el mundo con una divisa internacional devaluada en contra los intereses exportadores de sus socios europeos. Y la Unión Europea sigue sumida en los inacabables cabildeos de Bruselas y las reuniones intergubernamentales

Mientras tanto, Wall Street mantiene el imperio sobre el consenso neoliberal y los entramados creados en los últimos años que le convierten en el centro del sistema financiero. Y se evidencia la inoperancia del G-20 resucitado por el Presidente Bush, tras la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers, para complacer al Presidente Sarkozy que decía que iba a “refundar el capitalismo”.