lunes, 22 de octubre de 2012

Los paraísos fiscales hundieron El Prestige



La limpieza del petróleo derramado en la costa de Galicia por El Prestige demostró la profunda solidaridad de gran parte de la juventud española,  víctima directa de esta nefasta política actual en España. Y diez años después de aquella tremenda catástrofe ecológica ocasionada por el vetusto petrolero, comienza el juicio sobre un sumario de más de 200,000 páginas que no incluye a los máximos responsables del gobierno de entonces, sobre todo aquel Vicepresidente que decía que las toneladas de petróleo derramado solo eran “unos hilillos de plastilina” (ahora jefe del gobierno español) ni aquel ministro que envió el buque “al quinto pino” (ahora líder de un partido político regional). Y ni entonces ni diez años después ningún responsable político ni analista ortodoxo ha denunciado al menos el papel financiero que en estas catástrofes juegan los llamados paraísos fiscales y que documentamos ampliamente en Los paraísos fiscales. Como los centros offshore socavan las democracias (Akal, 2005). Y ni entonces ni ahora fue denunciada esa intervención en los medios de comunicación españoles como lo fue en una parte significativa de la prensa europea.

De ahí que creamos que sigue siendo de actualidad  el artículo publicado en la revista Cambio 16 de 29 de Noviembre de 2004 y que fue reproducido en la web de Attac-Madrid el 22 diciembre 2006; y que reproducimos íntegramente en este blog bajo el mismo título:

Los paraísos fiscales hundieron El Prestige

Los voluntarios limpiaron el chapapote, pero más de dos años desde la catástrofe del petrolero, los jueces siguen indagando sobre quienes eran los responsables del buque y la carga, escondidos en la maraña de los centros financieros offshore.

En Noviembre de 2002, la extrema negligencia de los Gobiernos autonómico y central en la catástrofe del Prestige - como denunció Nunca Maïs - generó tanto chapapote que no deja ver la amenaza de un transporte marítimo desregulado que ignora las normas internacionales de seguridad y laborales en beneficio de un mayor margen de acción para el capital financiero transnacional. A tal catástrofe contribuyeron, al menos, cuatro paraísos fiscales de la lista de la OCDE (Suiza, Liechtenstein, Liberia, las Bahamas) que protegen al negocio naviero de los riesgos económicos; sin contar los fallos de las reparaciones en los Emiratos Árabes Unidos. Hoy el desgobierno de la globalización financiera genera catástrofes cuya autoría nunca logra ser depurada por jueces como los de Corcubión (Coruña), que dos años después siguen atascados buscando responsables.

Primero, Suiza (“régimen fiscal potencialmente dañino” según la OCDE) era la sede del dueño del petróleo, Crown Ressources AG, una sociedad del holding de oligarcas rusos Alfa Group registrada en Liechtenstein, paraíso fiscal especializado en blanqueo de dinero sucio; un Grupo con negocios de banca, seguros, telecomunicaciones, bebidas (vodka Smirnoff), etc., que a los dos meses de la catástrofe, disolvió a Crown Ressources, tras cobrar el seguro.

Segundo, siguiendo la regla de “one ship, one company” (un buque, una sociedad), la única propietaria del vetusto petrolero era Mare Shipping Inc. (y del Mar Egeo hundido en 1992 frente a Galicia también), una sociedad tapadera de Liberia, potencia mundial en flota mercante, micro país sin inspectores de buques y cuyo registro lo lleva una compañía norteamericana en Nueva York. Sus “razones financieras” se explican en nuestro libro sobre los paraísos fiscales que publicará la Editorial Akal próximamente.

Tercero, el Prestige enarbolaba la bandera de las Bahamas, de conveniencia por ser de un país distinto al del propietario del buque; y el armador, Universe Maritime Limited, sociedad griega vinculada al mismo grupo financiero que la propietaria, a la cual había fletado el buque. Esas banderas de conveniencia son un escándalo y un peligro denunciado por la ITF, Federación Sindical Internacional del Transporte Marítimo, porque hacen posible la explotación de marineros, baratos y sin horarios; y de buques basura.

El problema de fondo es que la gestión marítima y los buques como patrimonios son móviles y ante la competencia por la desregulación, los Estados eliminan normativas y controles para que los armadores no se trasladen a otros países. Como en la competencia fiscal entre Estados, en la desregulación del sector naviero los paraísos fiscales offshore ofrecen siempre mucho más al capital financiero transnacional, que busca legislaciones más ventajosas para la máxima rentabilidad con empresas ficticias, no importa los costes humanos, económicos y ecológicos desparramados por doquier.-